«Todo lo que fue escrito en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos con esperanza» (Romanos 15:4).

La esperanza es un regalo divino que a menudo pasamos por alto en nuestra vida cristiana. Dios, quien es llamado el «Dios de esperanza,» desea que esta esperanza abunde en nosotros. Romanos 15:13 nos anima: «Que el Dios de esperanza los llene de toda alegría y paz al creer en Él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo».
La esperanza establece el objetivo de nuestra fe. Sin esperanza, ¿cómo podría nuestra fe operar? Hebreos 11:1 lo expresa claramente: «La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve». La Palabra de Dios nos muestra que la esperanza no es un simple deseo o anhelo; es una expectativa segura y favorable basada en Sus promesas.
Cuando meditamos en la Palabra, nuestras metas y sueños en Dios se vuelven más claros. La esperanza se fortalece y, junto con la fe, nos permite ver Su obra en nuestras vidas. Esta combinación de esperanza y fe puede transformar lo imposible en posible.
Si hoy te sientes derrotada o has perdido el rumbo, regresa a la Palabra de Dios. Permítele a Su verdad renovar tu mente y reavivar tus metas. Recuerda: cuando pierdes la esperanza, el corazón se debilita (Proverbios 13:12). No dejes que tu esperanza sea postergada. Cultívala y protégela.
Oración:
Señor, renueva mi esperanza en Ti. Ayúdame a meditar en Tu Palabra para establecer metas según Tu propósito. Llena mi corazón de alegría y paz, y haz que mi fe y esperanza trabajen juntas para ver Tu gloria en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
Reto del día:
Dedica 10 minutos hoy para escribir una meta basada en una promesa de Dios. Luego, declara esa promesa en fe.

Mujer Virtuosa Devocional
Como hijas de Dios queremos ser reconocidas como mujeres virtuosas, la virtud es una cualidad de excelencia moral que impulsa a acciones rectas y dignas, y más cuando son impulsadas por el Espíritu Santo. Así lo expresó Dios a Ruth “Ahora pues, no temas, hija mía: yo haré contigo lo que tú dijeres, pues que toda la puerta de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.” Rut 3:11
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