«Y de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.» — Juan 1:16
Desde el principio, el deseo de Dios ha sido estar en comunión con sus hijos. En el Edén, todo lo necesario para la vida fue provisto en abundancia. Adán y Eva vivían en armonía con su Creador, sin preocupaciones ni carencias. Su enfoque estaba en Dios, y en Él hallaban satisfacción plena.
Ese mismo anhelo de Dios por la comunión no ha cambiado. Así como un padre amoroso desea lo mejor para su hijo y pone a su disposición todos sus recursos, Dios también ha dispuesto su plenitud para ti. Nos creó a su imagen y semejanza porque anhelaba un vínculo cercano, más allá de lo que los ángeles o cualquier otro ser creado podían ofrecer.
Sin embargo, el pecado interrumpió esa relación perfecta. Al desobedecer a Dios, la humanidad perdió la comunión directa con Él. Pero en su amor infinito, el Señor no nos dejó en ese estado. Desde el principio, trazó un plan de redención para restaurarnos a esa intimidad perdida. Jesús, con su muerte y resurrección, nos devolvió el acceso a la presencia de Dios.
Hoy, la puerta sigue abierta. No hay razón para vivir lejos de Él. Aceptar su invitación es entrar en una vida de plenitud, donde cada necesidad es suplida por su gracia. ¿Responderás a su llamado? Si lo haces, descubrirás la paz, el propósito y la provisión que solo su presencia puede darte.
Oración:
Señor, gracias por amarme y anhelar mi comunión contigo. Ayúdame a caminar cada día más cerca de ti, confiando en que en tu presencia hallo todo lo que necesito. Abro mi corazón para recibir tu plenitud y vivir en la armonía que tienes preparada para mí. En el nombre de Jesús, amén.
Reto para hoy:
Dedica al menos 10 minutos en oración, simplemente disfrutando de la presencia de Dios. No pidas nada, solo habla con Él y dale gracias por su amor.

Mujer Virtuosa Devocional
Como hijas de Dios queremos ser reconocidas como mujeres virtuosas, la virtud es una cualidad de excelencia moral que impulsa a acciones rectas y dignas, y más cuando son impulsadas por el Espíritu Santo. Así lo expresó Dios a Ruth “Ahora pues, no temas, hija mía: yo haré contigo lo que tú dijeres, pues que toda la puerta de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.” Rut 3:11
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