“Él restaura mi alma…” (Salmo 23:3)
Cuando Jesús se convirtió en el Señor de nuestras vidas, fuimos hechas nuevas. Dios mismo se convirtió en nuestra fuente de vida, iniciando un proceso de transformación en nuestro interior. Este cambio no es una imposición externa, sino una obra que Él realiza dentro de nosotras, renovando nuestro ser y restaurando lo que estaba roto.
A menudo, la religión se percibe como un conjunto de reglas impuestas desde afuera, pero Dios no trabaja así. Él no nos fuerza a cambiar, sino que nos inspira y nos capacita desde dentro. La verdadera transformación comienza en el corazón, donde el Espíritu Santo nos guía y moldea según la voluntad de Dios.
La forma en que pensamos afecta profundamente nuestras vidas. Proverbios 23:7 nos dice: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” Nuestros pensamientos son semillas que tarde o temprano darán fruto. Si nos aferramos a pensamientos negativos, estos se manifestarán en actitudes de crítica y desánimo. Pero si llenamos nuestra mente con la verdad de Dios, nuestras palabras y acciones reflejarán su amor y poder.
Jesús enfrentó la presión externa del enemigo, pero nunca cedió. En Getsemaní, cuando el peso del sacrificio era insoportable, Él oró: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Gracias a su obediencia, hoy tenemos acceso a la restauración que Dios anhela para nosotras.
Entrega hoy tu mente y corazón al Espíritu Santo, y permite que Él restaure tu alma con su amor y poder.
Oración:
Señor, hoy me rindo a tu obra en mi vida. No quiero ser moldeada por la presión externa del mundo, sino transformada por tu Espíritu en mi interior. Restaura mi alma, renueva mis pensamientos y lléname de tu paz. Que cada palabra y acción refleje tu amor. En el nombre de Jesús, amén.
Reto del día:
Dedica unos minutos a evaluar tus pensamientos. ¿Están alineados con la verdad de Dios o influenciados por la presión del mundo? Identifica un pensamiento negativo y reemplázalo con una promesa bíblica.

Mujer Virtuosa Devocional
Como hijas de Dios queremos ser reconocidas como mujeres virtuosas, la virtud es una cualidad de excelencia moral que impulsa a acciones rectas y dignas, y más cuando son impulsadas por el Espíritu Santo. Así lo expresó Dios a Ruth “Ahora pues, no temas, hija mía: yo haré contigo lo que tú dijeres, pues que toda la puerta de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.” Rut 3:11
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